Todo llega, eso dicen, y es que hay días que parecen empeñados en saldar antiguas deudas, como si no importara que el destino no aparezca ya en nuestra particular lista de morosos, y de eso hace ya tiempo, sí, sí, y no por pago no, qué va, por cliente de dudoso cobro.
Como si el moroso destino no supiera que ya no nos sirve su deuda, qué se habrá creído, que puede venir cuando quiera, acaso no ha leído el cartel de la puerta, «cerrado por quiebra», ¡qué inoportuno!
Pues sí, cuando menos lo esperamos el amigo destino va y nos paga, y no, no podemos rechazarlo, pues muchas gracias, tío, pero lo siento, chico, no tengo cambio.